En en centro de la ciudad de Praga , había una prestigiosa tienda muy famosa en todo el mundo por sus copas de cristal de bohemia, que brillan como esmeraldas y por sus tazas y jarras hechas a mano, con grabados, que son tan hermosos que parece como si los ángeles las hubieran dibujado.
En el escaparate lucen, las más bellas tazas y jarrones de la tierra, pero la que más destaca, en el centro del escaparate, es una taza blanca como la luna llena y con unos grabados de flores que parecen como si se pudiera percebir su aroma. La taza está apoyada en una alfombra de terciopelo y alrededor las otras tazas y copas, parece que la miran con respeto y admiración, enamoradas de su belleza. Cuando el sol ilumina a la taza del centro, parece como si emanasen de ella rayos multicolores y destellos brillantes y dorados.
Los turistas que visitan la vieja ciudad, se quedan de piedra al contemplar en el escaparate esa taza con semejante belleza. Parece como si la taza central fuese una princesa y alrededor hubiera una corte elegante bailando a su alrededor.
Una pareja de turistas americanos, ya mayores, se quedaron con la boca abierta contemplado la hermosura de esa taza. La señora turista era muy buena y nunca había pedido nada a su esposo. El esposo contempló los ojos de su fiel esposa y comprendio que estaba atraida, como un imán, por la hermosura de la taza. El buen marido no tardó nada en entrar a la tienda y comprar la taza. El precio era un poco alto, para su situción económica, pero no era nada comparado con la hermosura que tenía la taza y además por la feliz y radiante sonrisa que emanaba su buena esposa.
Cuando la señora tuvo la taza en las manos , le saltaron unas pequeñas lágrimas de alegría. Miró a la taza a trasluz y le dijo:
- Qué hermosa eres taza , eres tan preciosa que me pasaría la vida contemplándote .
Del fondo de la taza salió una voz femenina muy agradable. El matrimonio al principio se asustó, pero después con la boca abierta escucharon las palabras que pronunciaba la taza. La taza les devolvió la sonrisa y después de llorar con ellos de emoción y de alegría, les contó su historia, a los dos turistas, que es esta:
- Gracias por decirme que soy muy hermosa, pero para llegar a serlo, tuve que aguantar mucho. Al principio era barro y me arrancaron de la tierra. Después el artesano me moldeaba y sentía un dolor muy fuerte, porque me apretaba y me retorcía. Quería gritar, pero el artesano me dijo: ”Aguanta un poco más“. Y así hice, resistir un poco más. Después el artesano con una pulidora me raspaba y el dolor era tan grande que casi me desmayé. Viéndome así el artesano me volvió a decir “Aguanta un poco más”, y yo aguanté como pude. Después me puso en un horno y el calor era tan grande y sofocante que creía que me iba a morir derretida. Pero el artesano me volvió a decir ”Aguanta un poco más“. Después el artesano me pintó y esa pintura que tapaba mis poros, parecía que iba a asfixiarme. Yo quería chillar diciéndole que me dejara ya, que quería morir, pero el artesano me volvio a decir ”Aguanta un poco más“. Después con un pequeño taladro me hizo unos grabados y era un dolor tan fuerte que quería morirme de una vez, pero me volvió a decir “Aguanta un poco más“. Después me puso otra vez en el horno y entonces chillé con todas mis fuerzas y quería morirme de verdad, pero cuando salí del horno, me dejaron secar y me pusieron en medio del mejor escaparate de Praga. En el escaparate, a mi alredor, habían jarrones preciosos, copas y jarras de cristal que brillaban como esmeraldas bajo la oscuridad y aún no comprendía nada. Pero vi mi reflejo y lloré de emoción al verme, como del simple barro me había transformado en la taza más hermosa de Praga. Y entonces le di las gracias al artesano, por animarme a que aguantara.
Y asi pasa en la vida, a veces vale la pena aguantar un poco más, porque todos tenemos esa pequeña tacita de Praga. Nuestra belleza interior que tanto ocultamos.
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