Caminando sí, pero con otro rumbo

Caminando bajo tus pies me encontré, caminando tus pasos, caminando tu vida, me sentía presa de ti, esto era cualquier cosa menos vivir, menos sentir la libertad, me ahogaba, me asfixiaba, no podía respirar, intentaba sacar la cabeza, sobresalir de este mundo, pero una mano me empujaba hacia abajo, su dedo amenazador me obligaba a bajar, a callar, a resignarme, a morderme la lengua ante tus decisiones, a acatarlas sin más, a vivir bajo tu sombra, bajo tu fría influencia, bajo el manto de intimidación que me cubría, lleno de odio, de envidia, de maldad, de un devastador egoismo.

Esa sensación te gustaba, te sentías lleno de poder, superior, mejor, creías que así tendrías el reconocimiento de los demás porque en el fondo lo necesitabas, te gustaba, era tu meta, tu fin, tu vida. Pensabas y sigues pensando que todos y todo debe estar gobernado por ti, que todo es como tú lo ves, que todo debe ser como tú quieres.

Pretendías moldearme, quitarme la voluntad, la opinión, la voz, pero no... no pudiste. Hoy me miras con indiferencia, no quieres ver lo que soy, lo que siento, lo que pienso, no quieres escucharme, no quieres verme, no quieres ser partícipe de esto que es mi vida.

Te da miedo que ahora sea más fuerte que tú, te da miedo que ahora mi voz sea escuchada, mi opinión tenida en cuenta y mucho más que eso, odias que me quieran, que me valoren, que reconozcan mis virtudes, que aplaudan mis logros, no soportas ver que no ejerces ninguna influencia sobre mi, que no sigo bajo tus pasos, que no sigo trás ellos, camino a tu lado, camino mis pasos, camino mi vida, camino con un rumbo distinto, con una mirada a la vida diferente, con unas inquietudes, unos sueños, unos deseos que jamás querrás ni podrás entender.

Me miras, pero no me ves...

Enigmática